Discurso del método.
Parte II, párrafos 6-13
Había estudiado un poco,
cuando era más joven, de las partes de la filosofía, la lógica,
y de las matemáticas, el análisis de los geómetras y el
álgebra, tres artes o ciencias que debían, al parecer,
contribuir algo a mi propósito. Pero cuando las examiné, hube de
notar que en lo tocante a la lógica, sus silogismos y la mayor parte
de las demás instrucciones que da, más sirven para explicar a otros
las cosas ya sabidas o incluso, como el arte de Lulio para hablar sin
juicio de las ignoradas, que para aprenderlas. Y si bien contiene, en
verdad, muchos buenos y verdaderos preceptos, hay, sin embargo,
mezclados con ellos, tantos otros nocivos o superfluos, que
separarlos es casi tan difícil como sacar una Diana o una Minerva de
un bloque de mármol sin desbastar. Luego, en lo tocante al análisis
de los antiguos y al álgebra de los modernos, aparte de que no se
refieren sino a muy abstractas materias, que no parecen ser de ningún
uso, el primero está siempre tan constreñido a considerar las
figuras, que no puede ejercitar el entendimiento sin cansar
grandemente la imaginación; y en la segunda, tanto se han sujetado
sus cultivadores a ciertas reglas y a ciertas cifras, que han hecho
de ella un arte confuso y oscuro, bueno para enredar el ingenio, en
lugar de una ciencia que lo cultive. Por todo lo cual, pensé que
había que buscar algún otro método que juntase las ventajas
de esos tres, excluyendo sus defectos. Y como la multitud de leyes
sirve muy a menudo de disculpa a los vicios, siendo un estado mucho
mejor regido cuando hay pocas, pero muy estrictamente observadas, así
también, en lugar del gran número de preceptos que encierra la
lógica, creí que me bastarían los cuatro siguientes, supuesto que
tomase una firme y constante resolución de no dejar de observarlos
una vez siquiera.
Fue el primero no admitir
como verdadera cosa alguna, como no supiese con evidencia que
lo es; es decir, evitar cuidadosamente la precipitación y la
prevención, y no comprender en mis juicios nada más que lo que
se presentase tan clara y distintamente a mi espíritu, que no
hubiese ninguna ocasión de ponerlo en duda.
El segundo, dividir cada
una de las dificultades que examinare en cuantas partes fuere posible
y en cuantas requiriese su mejor solución.
El tercero, conducir
ordenadamente mis pensamientos, empezando por los objetos más
simples y más fáciles de conocer, para ir ascendiendo poco a poco,
gradualmente, hasta el conocimiento de los más compuestos, e incluso
suponiendo un orden entre los que no se preceden naturalmente.
Y el último, hacer en
todos unos recuentos tan integrales y unas revisiones tan generales,
que llegase a estar seguro de no omitir nada.
Esas largas series de
trabadas razones muy plausibles y fáciles, que los geómetras
acostumbran emplear, para llegar a sus más difíciles
demostraciones, habíanme dado ocasión de imaginar de todas las
cosas de que el hombre puede adquirir conocimtento se siguen unas a
otras en igual manera, y que, con sólo abstenerse de admitir como
verdadera una que no lo sea y guardar siempre el orden necesario para
deducirlas unas de otras, no puede haber ninguna, por lejos que se
halle situada o por oculta que esté, que no se llegue a alcanzar y
descubrir. Y no me cansé mucho en buscar por cuáles era preciso
comenzar, pues ya sabía que por las más simples y fáciles de
conocer; y considerando que, entre todos los que hasta ahora han
investigado la verdad en las ciencias, sólo los matemáticos han
podido encontrar algunas demostraciones, esto es, algunas razones
ciertas y evidentes, no dudaba de que había que empezar por las
mismas que ellos han examinado, aun cuando no esperaba sacar de aquí
ninguna otra utilidad, sino acostumbrar mi espíritu a saciarse de
verdades y a no contentarse con falsas razones. Mas no por eso
concebí el propósito de procurar aprender todas las ciencias
particulares, denominadas comúnmente matemáticas, y viendo que,
aunque sus objetos son diferentes, todas, sin embargo, coinciden en
que no consideran sino las varias relaciones o proporciones que se
encuentran en los tales objetos, pensé que más valía limitarse a
examinar esas proporciones en general, suponiéndolas sólo en
aquellos asuntos que sirviesen para hacerme más fácil su
conocimiento, y hasta no sujetándolas a ellos de ninguna manera,
para poder después aplicarlas tanto más libremente a todos los
demás a que pudieran convenir. Luego advertí que, para conocerlas,
tendría a veces necesidad de considerar cada una de ellas en
particular, y otras veces tan sólo retener o comprender varias
juntas, y pensé que, para considerarlas mejor en particular, debía
suponerlas en línea, porque no encontraba nada más simple y que más
distintamente pudiera yo representar a comprender varias juntas, era
necesario que las explicase en algunas cifras, las más cortas que
fuera posible; y que, por este medio, tomaba lo mejor que hay en el
análisis geométrico y en el álgebra, y corregía así todos los
defectos de una por el otro.
Y, efectivamente, me
atrevo a decir que la exacta observación de los pocos preceptos por
mí elegidos me dio tanta facilidad para desenmarañar todas las
cuestiones de que tratan esas dos ciencias, que en dos o tres meses
que empleé en examinarlas, habiendo comenzado por las más simples y
generales, y siendo cada verdad que encontraba una regla que me
servía luego para encontrar otras, no sólo conseguí resolver
varias cuestiones, que antes había considerado como muy difíciles,
sino que hasta me pareció también, hacia el final, que, incluso en
las que ignoraba, podría determinar por qué medios y hasta dónde
era posible resolverlas. En lo cual, acaso no me acusaréis de
excesiva vanidad si consideráis que, supuesto que no hay sino una
verdad en cada cosa, el que la encuentra sabe todo lo que se puede
saber de ella; y que, por ejemplo, un niño que sabe aritmética y
hace una suma conforme a las reglas, puede estar seguro de haber
hallado acerca de la suma que examinaba todo cuanto el humano ingenio
pueda hallar; porque, al fin y al cabo, el método que enseña a
seguir el orden verdadero y a recontar exactamente las circunstancias
todas de lo que se busca contiene todo lo que confiere certidumbre a
las reglas de la aritmética.
Pero lo que más contento
me daba en este método era que, con él, tenía la seguridad de
emplear mi razón en todo, si no perfectamente, por lo menos lo mejor
que fuera en mi poder. Sin contar con que, aplicándolo, sentía que
mi espíritu se iba acostumbrando poco a poco a concebir los objetos
con mayor claridad y distinción, y que, no habiéndolo sujetado a
ninguna materia particular, prometíame aplicarlo con igual fruto a
las dificultades de las otras ciencias, como lo había hecho a las
del álgebra. No por eso me atreví a empezar luego a examinar todas
las que se presentaban, pues eso mismo fuera contrario al orden que
el método prescribe; pero habiendo advertido que los principios
de las ciencias tenían que estar todos tomados de la filosofía,
en la que aún no hallaba ninguno que fuera cierto, pensé que
ante todo era preciso procurar establecer algunos de esta clase, y,
siendo esto la cosa más importante del mundo y en la que son más de
temer la precipitación y la prevención, creí que no debía
acometer la empresa antes de haber llegado a más madura edad que la
de veintitrés años, que entonces tenía, y de haber dedicado buen
espacio de tiempo a prepararme, desarraigando de mi espíritu todas
las malas opiniones a que había dado entrada antes de aquel tiempo,
haciendo también acopio de experiencias varias que fueran después
la materia de mis razonamientos, y, por último, ejercitándome sin
cesar en el método que me había prescrito, para afianzarlo mejor en
mi espíritu.
Cuestiones:
- Indica en la tabla los inconvenientes y ventajas de estas ciencias para Descartes:
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Lógica
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Matemáticas
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Análisis
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Álgebra
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Geometría
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Inconveniente
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Inconveniente
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Inconveniente
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Ventaja
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Ventaja
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Ventaja
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- A pesar de los inconvenientes ¿ve Descartes ventajas en las ciencias de la tabla anterior para crear su método?
- ¿Por qué prefiere un método con pocos preceptos a un método con muchos?
- Explica el significado del término evidencia en el texto.
- De los cuatro preceptos del método de Descartes hay uno que se conoce como el análisis, identífícalo y razona tu respuesta.
- De los cuatro preceptos del método de Descartes hay uno que se conoce como la síntesis, identífícalo y razona tu respuesta.
- Relaciona recuentos con uno de los tres preceptos anteriores, haz lo mismo con revisiones.
- ¿Qué le permitió a Descartes la exacta observación de los pocos preceptos de su método?
- ¿A que ciencia pesnaba Descartes aplicar los preceptos de su método? ¿y por qué razones?
- Explica el significado de los términos evidencia y método en el texto y teniendo en cuenta la filosofía del autor.
- Sintetiza las ideas del texto mostrando en tu resumen la estructura argumentativa o expositiva del texto.
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