miércoles, 1 de mayo de 2019

CONCEPTO DE IDEA EN DESCARTES Y SUS TIPOS.


CONCEPTO DE IDEA EN DESCARTES Y SUS TIPOS.

Para una correcta explicación de la temática de la redacción creemos conveniente responder a las siguientes cuestiones: ¿en qué consiste la aplicación del primer principio del método?; ¿cómo es posible demostrar la existencia de la realidad extramental partiendo exclusivamente de la existencia del pensamiento?; ¿en qué consiste la teoría de las ideas?; ¿qué se entiende por el concepto cartesiano de idea?; ¿cuáles son los tipos de ideas establecidas por Descartes? Dicho esto, explicaremos el tema de la redacción, sirviéndonos de la definición de idea y los tipos de estas. Por idea entendemos un pensamiento que es representación de algo. Descartes, de manera general la define así:
Con la palabra idea, entiendo aquella forma de todos nuestros pensamientos, por cuya percepción inmediata tenemos consciencia de ellos. De suerte que cuando entiendo lo que digo, nada puedo expresar con palabras sin que sea cierto, por eso mismo, que tengo en mí la idea de la cosa que mis palabras significan”. Dicho de otra manera, las ideas son representaciones de la realidad en nuestro pensamiento. De la misma forma diferenciamos tres tipos de ideas: ficticias, adventicias o innatas. Todas ellas, serán explicadas a lo largo de la redacción.

En primer lugar, antes de abordar el tema propuesto, es conveniente realizar a grandes rasgos una aclaración sobre los ideales cartesianos. El filósofo francés, trató de aplicar a la filosofía los procedimientos racionales inductivos de la ciencia, y en concreto de las matemáticas. Antes de configurar su método, la filosofía había estado dominada por el método escolástico, que se basaba por completo en comparar y contrastar las opiniones de autoridades reconocidas. Rechazando este sistema, Descartes estableció: "En nuestra búsqueda del camino directo a la verdad, no deberíamos ocuparnos de objetos de los que no podamos lograr una certidumbre similar a las de las demostraciones de la aritmética y la geometría". Por esta razón determinó no creer ninguna verdad hasta haber establecido las razones para creerla. El único conocimiento seguro a partir del cual comenzó sus investigaciones lo expresó en la famosa sentencia: Cogito, ergo sum, "Pienso, luego existo". Partiendo del principio de que la clara consciencia del pensamiento prueba su propia existencia, mantuvo la existencia de Dios. Dios, según la filosofía de Descartes, creó dos clases de sustancias que constituyen el todo de la realidad. Una clase era la sustancia pensante, o inteligencia, y la otra la sustancia extensa, o sica.


Tenemos ya una verdad absolutamente cierta: la existencia del Yo como sujeto pensante. Esta existencia indubitable del yo no parece implicar, sin embargo, la existencia de ninguna otra realidad. En efecto, aunque yo lo piense, tal vez el mundo no exista en realidad; lo único que es cierto es que yo pienso que el mundo existe. La aplicación del primer principio del método y el uso de la intuición han dado como resultado la primera verdad. A partir de ella, Descartes deberá enfrentarse al problema de deducir el mundo de las cosas materiales. De esta forma, el problema lo formula en los siguientes términos, ¿cómo demostrar la existencia de una realidad extramental, exterior al pensamiento? ¿cómo conseguir la certeza de que existe algo aparte de mi pensamiento, exterior a él?.

El problema es enorme, sin duda, ya que a Descartes no le queda más remedio que deducir la existencia de la realidad a partir de la existencia del pensamiento. Así lo exige el ideal deductivo: de la primera verdad, "yo pienso", han de extraerse todo nuestros conocimientos, incluido, claro está, el conocimiento de que existen realidades extramentales. Respecto al problema ya mencionando anteriormente, la respuesta a este la da mediante su teoría de las ideas. En primer lugar, Descartes cambia el concepto de “idea” respecto a la filosofía anterior. Si se está familiarizando con la filosofía platónica, se recordará que para ésta la Idea era una Forma o Modelo Ideal cuya existencia era más real y perfecta que la realidad material, la cual  imitaba a la ideal. En segundo lugar, la filosofía medieval sostenía que el pensamiento decía sobre las cosas, esto es, que se pensaban objetos, siendo la idea una especie de intermediario entre el pensamiento y la cosa pensada. Descartes, por el contrario, afirma que el pensamiento recae directamente sobre las ideas, no sobre las cosas. Las ideas son como una representación gráfica de las cosas y esta representación es la que contempla el pensamiento.

La filosofía anterior, al considerar que la idea es como una especie de cristal transparente a través del cual el pensamiento se vuelca sobre las cosas, no tiene ningún problema sobre la existencia de las cosas. Pero Descartes, al haber colocado la idea como objeto del pensamiento, sólo tiene certeza de que el contenido de esa idea tenga realidad mental. En definitiva, se ha vuelto problemática la existencia de las cosas que pensamos. Con el objetivo de esclarecer lo anterior, pongamos un ejemplo. Si yo pienso el mundo, lo que realmente pienso es la idea de mundo, mundo cuya existencia no ha sido demostrada, pues hasta ahora, lo único que se ha demostrado y que sé con absoluta certeza es que mi idea de mundo existe. ¿Cómo demostrar entonces que mi idea de mundo se corresponde con una realidad extramental?

La teoría de las ideas, fue creada por Descartes para dar respuesta a la pregunta de cómo demostrar la existencia de la realidad extramental partiendo exclusivamente de la existencia del pensamiento. Con el objetivo de dar respuesta a este interrogante, Descartes define el concepto de idea como cualquier contenido mental simple o más concretamente como ya hemos dicho al inicio de la redacción, afirma lo siguiente: “ Con la palabra idea, entiendo aquella forma de todos nuestros pensamientos, por cuya percepción inmediata tenemos consciencia de ellos. De suerte que cuando entiendo lo que digo, nada puedo expresar con palabras sin que sea cierto, por eso mismo, que tengo en mí la idea de la cosa que mis palabras significan”. Además procede a analizar su naturaleza, distinguiendo en ella un doble aspecto. Por un lado las ideas en tanto que modos de pensamiento, esto es, actos mentales, son todas iguales. Y por otro lado las ideas en tanto que imágenes que representan algo, esto es, en tanto que poseen un contenido representativo o contenido objetivo, contenido al que Descartes denomina “Realidad objetiva de las ideas”, observamos que unas ideas tienen más realidad objetiva que otras. Las ideas en tanto que actos mentales o modos de pensamiento son todas iguales. Pero en tanto que representaciones de cosas, son diferentes, pues unas representan unas cosas y otras, otras cosas. El paso siguiente que da Descartes, es analizar aquello en lo que las ideas son diferentes.

Afirmamos que todas las ideas tienen la misma realidad formal, en tanto en cuanto todas son ideas, actos de pensamiento; sin embargo tienen distinta realidad objetiva en la medida en que los objetos que representan se sitúan en una escala de la realidad que va desde la nada hasta el infinito; así la realidad objetiva de las ideas que se refieren a Dios o al espíritu es superior a la de las ideas que representan cosas materiales, de la misma manera la realidad objetiva de las ideas de substancias tienen más realidad objetiva que las de los atributos o propiedades. Pues según nos dice, unas poseen más realidad que otras. Las ideas que representan cosas materiales, por ejemplo, como una piedra, poseen más realidad objetiva que aquellas que representan cualidades de las cosas, como el color. En este análisis, se distinguen tres tipos de ideas:

Ideas adventicias: son ideas extrañas que no provienen del propio pensamiento, sino que parecen provenir del exterior, siendo su causa la percepción sensible. Fijémonos en que se dice “parece provenir” y no provienen, porque aún no se ha demostrado la existencia de la realidad exterior al pensamiento. Dicho de otra forma, son las ideas (las sensaciones, imágenes y conceptos), que pueden explicarse a partir de la experiencia perceptual que tenemos del mundo. Son, por lo tanto, las ideas que dan lugar al conocimiento empírico. Ejemplos de estas ideas con el calor, la suavidad o rugosidad de las cosas.

Ideas facticias: son aquellas que la mente construye a partir de otras. Podemos decir que son idas creadas por la imaginación, por ejemplo, las ideas de centauro, sirena, unicornio, etc. Estos dos tipos de ideas, adventicias y facticias son obviamente rechazadas por Descartes como punto de partida para demostrar la realidad extramental.

Por último, las ideas innatas, que son pocas pero muy importantes. Son las ideas que se encuentran en nuestra mente antes de cualquier experiencia o percepción del mundo. El innatismo de Descartes no afirma que todos nazcamos con esos conocimientos de manera consciente, sino que son ideas connaturales a la razón porque ésta posee una predisposición natural a formarlas. Son ideas innatas en tanto en cuanto la razón sin más fuerza que la que procede de sí misma puede llegar a alcanzarlas. Son ideas, pues, que brotan de manera natural, espontánea e inmediata de nuestro pensamiento, ideas cuya existencia corresponde a nuestra naturaleza racional. Ejemplos de ideas innatas son el pensamiento, la extensión, la idea de infinito, etc.

Con la afirmación de las ideas innatas nos encontramos con la tesis fundamental del racionalismo, pues son estas ideas las que le permitirán salir de la existencia del sujeto pensante a la realidad extramental. En efecto, ni las ideas adventicias ni las facticias son válidas para este objetivo, pues su verdad depende de que demostremos la existencia de la realidad extramental. Pero si entre las ideas innatas, cuya verdad ha sido demostrada por medio de la intuición, encontramos alguna de la que podamos deducir su existencia objetiva a partir de su existencia subjetiva como idea, entonces podremos resolver el problema. Entre las ideas innatas Descartes descubre la idea de perfección-Infinito, que identifica inmediatamente con la idea de dios. Para demostrar que la idea de infinito es innata, desecha la posibilidad de que sea adventicia, ya que, en efecto, no podemos tener experiencia sensible de la infinitud. A continuación procede a demostrar que no es una idea facticia. La tradición filosófica consideraba que la idea de Infinito se construía a partir de la idea de finito por medio de la negación de los límites. Descartes invierte los términos y afirma que la idea de finitud ya presupone la idea de infinitud -algo así como que la idea de arriba no es pensable si no tenemos la idea de abajo-, una idea presupone necesariamente la otra. La idea de Infinito, por tanto, debe ser una idea innata. Y si la idea de infinito es la idea de Dios, pues es el único ser del que se puede concebir tal predicado, concluye que la idea de Dios es una idea innata.

Este punto es crucial en la deducción cartesiana pues partiendo de la idea de Dios, todo el proceso deductivo posterior hasta la demostración de la existencia del mundo y la aceptación de la veracidad de los sentidos, queda abierto. Recordemos que antes hemos dicho que la clave estaba en encontrar una idea de tal naturaleza que su existencia como idea implicase su existencia como realidad objetiva. Esta idea, afirma Descartes, es la de Dios. Así, tendrá que demostrar la existencia de Dios a partir de la misma idea de Dios. Esta demostracción la realiza mediante el argumeno ontológico que sostiene la existencia de un ser mayor que el cual nada puede ser pensado, un ser de tal naturaleza necesariamente ha de existir, pues si no existiese, se podría pensar un ser mayor o más perfecto que además de todas las perfecciones incluyese la perfección de existir en la realidad. Este ser al tener todas las perfecciones tiene la de omnipotente, omnisciente, todobondadoso, … Por lo que, al ser todobondadoso no puede haberme creado de tal manera que al percibir yo la idea de cosas exteriores al pensamiento éstas no existan como tales, esto es, como exteriores al pensamiento, es así cómo queda probada la existencia del mundo externo, debiéndose el error a la precipitación y a la prevención que impiden captar ideas claras y distintas.
Nuestras ideas claras y distintas de las naturalezas simples son innatas, y también lo es nuestro conocimiento de los principios universales y ciertos, y las leyes de la física. Esto fomenta la idea del carácter deductivo de las ciencias y un cierto olvido del experimento.
Además en relación con lo anterior, afirma Descartes que la física depende de la metafísica: podemos llegar por el análisis a naturalezas, y a partir de éstas podemos deducir las leyes generales que gobiernan cualquier mundo material. El propio Descartes llegó a escribir en 1638 en carta a Mersenne “mi física no es otra cosa que geometría” (por lo tanto, conocimiento puramente deductivo construido a partir de verdades primeras o naturalezas simples de carácter innato).     

En conclusión, obtenemos que Descartes se propuso descubrir el camino directo a la verdad. Por esta razón determinó no creer en ninguna, el único conocimiento que el pensamiento prueba su propia existencia. De esta forma trató de resolver el problema de mostrar la existencia de la realidad extramental partiendo exclusivamente de la existencia del pensamiento. Así elabora la definición cartesiana del concepto idea, y se refiere a ella como todo aquello que hay en la mente. Finalmente clasifica estas ideas según su grado de realidad, distinguiendo entre: ideas facticias (imaginación), adventicias
(sentidos) y las innatas (puestas por Dios). Es precisamente a través de la idea innata de Dios como demuestra la existencia de la realidad exterior a la mente o mundo.



Fuentes científicas utilizadas para la elaboración del trabajo:
- Descartes. Discurso del Método. Editorial diálogo.
  • Webdianoia.

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