lunes, 20 de mayo de 2019

EL ESCEPTICISMO RENACENTISTA.


EL ESCEPTICISMO RENACENTISTA
Para un desarrollo adecuado de la temática de la redacción creo importante responder a las siguientes cuestiones: ¿qué es el escepticismo renacentista?, ¿qué es el dogmatismo?, ¿por qué surge el escepticismo?, ¿es Descartes un escéptico? A continuación, explicaré el tema de la redacción.
Primero vamos a aclarar que el escepticismo era una corriente que se basaba fundamentalmente en la creencia de que el conocimiento no era posible. esto llevaba a los escépticos a dudar de todo. Descartes no era escéptico principalmente por que el sí creía que la obtención de conocimiento era posible mediante la utilización de un método muy estricto. Este método tiene diversas pautas, pero en la que nos vamos a centrar es en la duda metódica, que es la única norma por la cual se podría considerar a Descartes  como un escéptico si no llega a ser porque utiliza la duda para alcanzar el conocimiento. Para Descartes  cualquier cuestión de la cual existiera la menor duda podría inducir a error por lo que tenía que ser descartado.
El dogmatismo es una corriente filosófica completamente opuesta al escepticismo, este movimiento sí creía en las verdades absolutas, aceptadas por fe y sin demostración alguna. La filosofía de Descartes es completamente opuesta por razones obvias, ya que el pide una exhaustiva comprobación de algo para poder llamarlo verdad. Todas las religiones se mueven por el dogmatismo, pese a ello, Descartes era católico y pensaba en Dios como una verdad absoluta.
El  escepticismo renacentista adquiere un nuevo sentido, porque se utilizan en el contexto social y de todas las circunstancias queestaban sucediendo en el Renacimiento. Las disputas religiosas, los descubrimientos geográficos y la crítica de la escolástica aristotélica (coordinación entre fe y razón, que en cualquier caso siempre suponía una clara subordinación de la razón a la fe). Las disputas religiosas entre católicos y prostestantes han llevado a la duda en la creencia cristiana; no se sabe ya cuál de las doctrinas cristianas está en la verdad y están originando conflictos en varios países europeos. Los descubrimientos geográficos han ampliado la mentalidad europea y se ha entrado en contacto con otras costumbres que contrastan frecuentemente con las europeas. El tópico escéptico es el de la “diversidad y relatividad de las costumbres”. También se desarrolla como antídoto contra el dogmatismo y el excesivo intelectualismo de la Escolástica medieval que quiere explicarlo todo.
Descartes sin embargo no puede ser considerado como un escéptico ya que el si que encuentra una verdad indubitable y definitiva, “el cogito”, pienso luego existo.  El primer argumento era la “duda sobre la fiabilidad de los sentidos”, si en algunas ocasiones los sentidos nos engañan no pueden ser fuente de conocimiento por qué no siempre obtendremos la verdad. El segundo “la dificultad de distinguir la vigilia del sueño” consistía en que los sueños, en ocasiones, nos parecen reales y en numerosas ocasiones los confundimos con la realidad por lo que podemos estar en un sueño continuo y el mundo ser una creación de de nuestra imaginación. El tercero y último es “la hipótesis del genio maligno” esta la duda más radical debido a que es la más improbable, esta hipótesis nos empuja a imaginar que puede haber alguien superior que nos haga pensar que lo verdadero es falso y lo falso verdadero con esto descarta a la razón.


La postura de Nietzsche fue claramente escéptica a lo largo de su trayectoria filosófica. El propio Nietzsche nos introduce en esta problemática cuando en Aurora señala que “hay que demostrar la verdad de otro modo que la veracidad, [...] ésta última no es, en modo alguno, un argumento en favor de la primera”, y cuando en La gaya ciencia afirma ya de manera inequívoca que “carecemos de órgano para el conocimiento, para la ‘verdad’”. De manera más concreta, Nietzsche indicará en diversas ocasiones que ni las construcciones científicas, ni la comprensión de la realidad a través del vehículo del lenguaje, ni siquiera el pensamiento más abstracto, nos capacitan para llegar a un conocimiento auténtico.

En conclusión, el escepticismo renacentista surge por unas circunstancias vividas en ese periodo y, pese a que no es completamente apoyado por Descartes se aproxima bastante a su filosofía con la única distinción de que Descartes cree que se pueden llegar a verdades absolutas tras haber hecho unas cuantos pruebas para asegurar su veracidad

EL MÉTODO CARTESIANO: IDEAL MATEMÁTICO DE CERTEZA, DUDA METÓDICA, Y CRITERIO DE VERDAD. Por Carmen Mirralles


EL MÉTODO CARTESIANO:
IDEAL MATEMÁTICO DE CERTEZA, DUDA METÓDICA, Y CRITERIO DE VERDAD.
¿Cuáles son las operaciones básicas de la mente que nos permitirán aplicar el método matemático en filosofía?, ¿cuáles son las reglas a las que debe ajustarse el método?, ¿cuál debe ser el punto de partida de dicho método?, ¿qué se entiende por duda metódica? Si consideramos que el punto de partida es la duda, ¿de qué tres niveles se compone esta duda?, ¿cómo se llega a la primera verdad?,¿cómo sabemos si hemos llegado?, ¿cómo aplicamos dicho criterio?. A continuación comenzaremos por explicar el tema de la redacción.
En primer lugar el método cartesiano tiene como objetivo principal  encontrar un fundamento sólido que levante el edificio de la filosofía siguiendo el modelo de las matemáticas, ya que las matemáticas lo que las hacen diferentes del resto de saberes, es la utilización de un método que si se extendiese a todas las otras ciencias le rendirían los mismos resultados. Por ello, Descartes nos afirma que la razón es única, de ahí que el saber sea único, y por tanto deba haber un único método para llegar a alcanzar la sabiduría. El método que para Descartes respeta la naturaleza única de la razón es el matemático. 
Por tanto para alcanzar esa sabiduría hay que establecer un método. Un método que nos permita aprender a distinguir lo verdadero de lo falso, que nos permita obtener conocimiento evidente de las cosas. Por ello, Descartes afirma que sólo hay dos operaciones del entendimiento que nos permiten obtener el conocimiento de las cosas: la intuición y la deducción. “La intuición” es como una especie de “luz natural” ya que en ella no intervienen ni los sentidos ni la imaginación, es un conocimiento absolutamente cierto, que no deja lugar alguno para duda, por ello para que un conocimiento sea considerado como intuición se requiere que posee de claridad y distinción al mismo tiempo que sea simultáneo e inmediato, es decir, que no implique un acto de memoria, es lo que hace que se distingua de la deducción. “La deducción” es un razonamiento, en el que, a partir de unas proposiciones iniciales, absolutamente evidentes, indubitables y ciertas, se llega a una conclusión necesaria. Si las proposiciones iniciales son verdaderas, la conclusión también lo será.
Por todo ello Descartes lleva cuatro preceptos que debe de seguir el método: el primero de ellos se basa en la evidencia. Este primer precepto dice que no hay que admitir jamás ninguna cosa por verdadera, sólo hay que admitir aquel conocimiento que se nos presente con tal claridad o evidencia de tal forma que no quepa la menor duda, es decir, evitando así tanto la precipitación como la prevención, pues son dos causas de error, ya que solo debemos comprender nada más que aquello que se presente con claridad y distinción. Por un lado “precipitación” es aceptar como evidente lo que es confuso,   y por otro lado “prevención” es todo lo contrario, no aceptar aquello que es claro. Cabe destacar que los errores no son de la razón, sino de la voluntad, puesto que tanto en la precipitación como en la prevención no se ajusta a lo puramente racional. Él término “claridad” es todo aquello que se manifiesta sin oscuridad y sin dificultad, y el término “distinción” es aquello que es simple que no se puede confundir con ninguna otra cosa. La segunda regla es la del análisis. Análisis significa división. Podemos llegar a tener la evidencia de las ideas simples, pero no de las complejas, por tanto esta regla se basa en realizar un análisis minucioso o reducir las dificultades compuestas a las ideas simples, claras y distintas aprehensibles por la intuición. Por ejemplo la geometría se encarga de descomponer en partes más simples los datos de la experiencia en puntos, líneas, cuadros etc y a partir de esos datos simples comprender lo compuesto. La tercera regla es denominada de la síntesis, consiste en que a partir de los elementos simples conocidos debemos reconstruir “deductivamente” el saber. La deducción nace de evidencias donde todas las ideas son claras y distintas, como por ejemplo nosotros vemos una silla y la analizamos y la descomponemos entera con todas sus piezas; tornillos, madera, respaldo… y una vez que la analizamos, luego podemos encajar las piezas para montar la silla, el momento del montaje sería la síntesis. Y por último el cuarto precepto es el de la enumeración, tanto del análisis como de la síntesis, se trata de comprobar si la aplicación de las dos reglas intermedias se ha realizado correctamente :... “hacer en todas partes recapitulaciones (análisis) tan completas y revisiones (síntesis) tan generales, que estuviese seguro de no omitir nada”. 

Por otro lado, Descartes, a partir de la primera regla del método o evidencia que exige que para que algo sea verdadero ha de ser indubitable pone en marcha la duda como punto de partida del método, no aceptando nada como verdadero sin que se haya evidenciado clara y distintamente como tal, siendo esta duda provisional, hasta que se compruebe su veracidad, siendo el único camino para llegar a la verdad, indudable y para efectuar investigaciones positivas. Siendo una duda metódica, pues al final forma parte de un método para alcanzar la veracidad de los principios de las cosas, es decir, se duda para dejar de dudar después.

Así, Descartes expone tres niveles duda; en primer lugar dudar de como es el mundo (la fiabilidad del conocimiento sensible), es decir, se duda de los sentidos porque en ocasiones nos engañan y no es lícito fiarse de quién nos ha engañado en alguna ocasión, además en esta época Galileo había construido el telescopio y Leeuwenhoek el microscopio lo que era una prueba irrefutable de que los sentidos nos engañaban. En segundo lugar Descartes duda de que realmente exista ese mundo exterior a mis ideas, (la imposibilidad de distinguir la vigilia del sueño). Esta duda se refiere a la imaginación ya que es una facultad que opera y trabaja con los materiales que les ofrecen los sentidos y, si éstos nos engañan también puede hacerlo la imaginación. Y por último, duda de las verdades matemáticas y nuestra capacidad de conocer (hipótesis del genio maligno), es decir, duda de la racionalidad misma . El primer nivel de duda corresponde a “la fiabilidad de los sentidos”. Desde bien pequeños estamos acostumbrados a aceptar por verdadero todo lo que provenga de los sentidos, pero también es cierto que todos hemos tenido la experiencia de que los sentidos nos llevan al engaño, como por ejemplo si ponemos la palma de nuestra mano sobre una barra de hielo, nos da la sensación de que nos quemamos. Por ello Descartes considera que es posible aplicar la duda a la fiabilidad de los sentidos, lo cual nos permite dudar de que las cosas sean tal y como las percibimos, pudiendo llegar hasta dudar de cómo es el mundo, donde a diferencia de Aristóteles para quien las imágenes son concretos, singulares y fieles. El segundo nivel de la duda es “la dificultad de distinguir la vigilia del sueño”, donde Descartes llega a dudar de si lo que llamamos “realidad” no es más que un sueño y lo que llamamos “sueño” no sería la verdadera realidad. Ante esta idea afirma que durante el sueño creemos muchas cosas que son verdaderas siendo nada más que ilusiones y situaciones que al despertarnos comprobamos que no tienen existencias reales, por lo que lleva a Descartes a dudar de la imaginación. Y por último el tercer nivel de duda es “La hipótesis del Genio Maligno”. En este nivel de duda Descartes nos expone dudar también hasta de nuestra razón ya que puede existir un genio maligno que nos haya creado con unos conocimientos que son falsos y nosotros mismos mediante la razón los consideramos como ciertos, por lo que mediante esta duda no solo se cuestiona todos los conocimientos, sino también la capacidad de conocer.

Bien, nos encontramos en un punto de la redacción donde llevando la duda hasta estos extremos se nos presenta la primera certeza absoluta dotada de toda evidencia: la existencia del yo, de la que no se puede dudar, de ello la famosa frase de Descartes: “Pienso, luego existo”. Porque de lo que no cabe duda alguna es del hecho de que yo dudo, de que yo pienso, ya que mi existencia pensante se encuentra más allá de cualquier posibilidad de duda, porque la percibo con claridad y distinción, y está proposición verdadera es la primera verdad , porque si yo por ejemplo pienso en un objeto o en una situación, puedo dudar de que realmente viviera tal situación o de la existencia de ese objeto, pero de lo que no puedo dudar es de que dudo de su realidad, es decir, lo pienso, por tanto, no puedo dudar de mi propio pensamiento. Para Descartes el “cogito, ergo sum” es una verdad inmediata, indubitable, evidente, cierta, clara y distinta, una experiencia pensante única donde se capta la relación del ser y el pensar, la cual ha superado todos los momentos de la duda metódica. Posee dos características esenciales de toda verdad: la claridad y la distinción. Con el cogito descubre la primera verdad y el criterio de certeza. 



En conclusión, Descartes nos afirma que la razón es única, de ahí que el saber sea único, y por tanto deba de haber un único método para llegar a alcanzar la sabiduría, y para alcanzar esa sabiduría hay que establecer un método, que nos permita aprender a distinguir lo verdadero de lo falso y para ello sólo hay dos operaciones del entendimiento que nos permiten obtener el conocimiento de las cosas: la intuición y la deducción. Por otra parte Descartes lleva cuatro preceptos que debe de seguir el método: el primero de ellos se basa en la evidencia (dudar de todo), la segunda regla es la del análisis (pasar de lo complejo a lo simple), la tercera regla es denominada de la síntesis (ordenar los pensamientos de lo simple a lo complejo) y por último el cuarto precepto es el de la enumeración (recuento, comprobar todo lo hecho para garantizar lo complejo). Por otro lado, Descartes propone a la duda como punto de partida del método, no aceptando nada como verdadero sin que se haya evidenciado claro y distintamente como tal, expone tres niveles duda; en primer lugar dudar de como es el mundo (la fiabilidad del conocimiento sensible), seguido de dudar de que realmente exista ese mundo (la imposibilidad de distinguir la vigilia del sueño), y por último, duda de las verdades matemáticas y nuestra capacidad de conocer (hipótesis del genio maligno. Y por último nos presenta la primera certeza absoluta dotada de toda evidencia que es: la existencia del yo, de la que no se puede dudar: “Pienso, luego existo”. Para Descartes el “cogito, ergo sum” es una verdad inmediata, una experiencia única donde se capta la relación del ser y el pensar, la cual ha superado todos los momentos de la duda metódica, ya que posee dos características esenciales de toda verdad: la claridad y la distinción.
MIRALLES BERENGUER, CARMEN

miércoles, 1 de mayo de 2019

CONCEPTO DE IDEA EN DESCARTES Y SUS TIPOS.


CONCEPTO DE IDEA EN DESCARTES Y SUS TIPOS.

Para una correcta explicación de la temática de la redacción creemos conveniente responder a las siguientes cuestiones: ¿en qué consiste la aplicación del primer principio del método?; ¿cómo es posible demostrar la existencia de la realidad extramental partiendo exclusivamente de la existencia del pensamiento?; ¿en qué consiste la teoría de las ideas?; ¿qué se entiende por el concepto cartesiano de idea?; ¿cuáles son los tipos de ideas establecidas por Descartes? Dicho esto, explicaremos el tema de la redacción, sirviéndonos de la definición de idea y los tipos de estas. Por idea entendemos un pensamiento que es representación de algo. Descartes, de manera general la define así:
Con la palabra idea, entiendo aquella forma de todos nuestros pensamientos, por cuya percepción inmediata tenemos consciencia de ellos. De suerte que cuando entiendo lo que digo, nada puedo expresar con palabras sin que sea cierto, por eso mismo, que tengo en mí la idea de la cosa que mis palabras significan”. Dicho de otra manera, las ideas son representaciones de la realidad en nuestro pensamiento. De la misma forma diferenciamos tres tipos de ideas: ficticias, adventicias o innatas. Todas ellas, serán explicadas a lo largo de la redacción.

En primer lugar, antes de abordar el tema propuesto, es conveniente realizar a grandes rasgos una aclaración sobre los ideales cartesianos. El filósofo francés, trató de aplicar a la filosofía los procedimientos racionales inductivos de la ciencia, y en concreto de las matemáticas. Antes de configurar su método, la filosofía había estado dominada por el método escolástico, que se basaba por completo en comparar y contrastar las opiniones de autoridades reconocidas. Rechazando este sistema, Descartes estableció: "En nuestra búsqueda del camino directo a la verdad, no deberíamos ocuparnos de objetos de los que no podamos lograr una certidumbre similar a las de las demostraciones de la aritmética y la geometría". Por esta razón determinó no creer ninguna verdad hasta haber establecido las razones para creerla. El único conocimiento seguro a partir del cual comenzó sus investigaciones lo expresó en la famosa sentencia: Cogito, ergo sum, "Pienso, luego existo". Partiendo del principio de que la clara consciencia del pensamiento prueba su propia existencia, mantuvo la existencia de Dios. Dios, según la filosofía de Descartes, creó dos clases de sustancias que constituyen el todo de la realidad. Una clase era la sustancia pensante, o inteligencia, y la otra la sustancia extensa, o sica.


Tenemos ya una verdad absolutamente cierta: la existencia del Yo como sujeto pensante. Esta existencia indubitable del yo no parece implicar, sin embargo, la existencia de ninguna otra realidad. En efecto, aunque yo lo piense, tal vez el mundo no exista en realidad; lo único que es cierto es que yo pienso que el mundo existe. La aplicación del primer principio del método y el uso de la intuición han dado como resultado la primera verdad. A partir de ella, Descartes deberá enfrentarse al problema de deducir el mundo de las cosas materiales. De esta forma, el problema lo formula en los siguientes términos, ¿cómo demostrar la existencia de una realidad extramental, exterior al pensamiento? ¿cómo conseguir la certeza de que existe algo aparte de mi pensamiento, exterior a él?.

El problema es enorme, sin duda, ya que a Descartes no le queda más remedio que deducir la existencia de la realidad a partir de la existencia del pensamiento. Así lo exige el ideal deductivo: de la primera verdad, "yo pienso", han de extraerse todo nuestros conocimientos, incluido, claro está, el conocimiento de que existen realidades extramentales. Respecto al problema ya mencionando anteriormente, la respuesta a este la da mediante su teoría de las ideas. En primer lugar, Descartes cambia el concepto de “idea” respecto a la filosofía anterior. Si se está familiarizando con la filosofía platónica, se recordará que para ésta la Idea era una Forma o Modelo Ideal cuya existencia era más real y perfecta que la realidad material, la cual  imitaba a la ideal. En segundo lugar, la filosofía medieval sostenía que el pensamiento decía sobre las cosas, esto es, que se pensaban objetos, siendo la idea una especie de intermediario entre el pensamiento y la cosa pensada. Descartes, por el contrario, afirma que el pensamiento recae directamente sobre las ideas, no sobre las cosas. Las ideas son como una representación gráfica de las cosas y esta representación es la que contempla el pensamiento.

La filosofía anterior, al considerar que la idea es como una especie de cristal transparente a través del cual el pensamiento se vuelca sobre las cosas, no tiene ningún problema sobre la existencia de las cosas. Pero Descartes, al haber colocado la idea como objeto del pensamiento, sólo tiene certeza de que el contenido de esa idea tenga realidad mental. En definitiva, se ha vuelto problemática la existencia de las cosas que pensamos. Con el objetivo de esclarecer lo anterior, pongamos un ejemplo. Si yo pienso el mundo, lo que realmente pienso es la idea de mundo, mundo cuya existencia no ha sido demostrada, pues hasta ahora, lo único que se ha demostrado y que sé con absoluta certeza es que mi idea de mundo existe. ¿Cómo demostrar entonces que mi idea de mundo se corresponde con una realidad extramental?

La teoría de las ideas, fue creada por Descartes para dar respuesta a la pregunta de cómo demostrar la existencia de la realidad extramental partiendo exclusivamente de la existencia del pensamiento. Con el objetivo de dar respuesta a este interrogante, Descartes define el concepto de idea como cualquier contenido mental simple o más concretamente como ya hemos dicho al inicio de la redacción, afirma lo siguiente: “ Con la palabra idea, entiendo aquella forma de todos nuestros pensamientos, por cuya percepción inmediata tenemos consciencia de ellos. De suerte que cuando entiendo lo que digo, nada puedo expresar con palabras sin que sea cierto, por eso mismo, que tengo en mí la idea de la cosa que mis palabras significan”. Además procede a analizar su naturaleza, distinguiendo en ella un doble aspecto. Por un lado las ideas en tanto que modos de pensamiento, esto es, actos mentales, son todas iguales. Y por otro lado las ideas en tanto que imágenes que representan algo, esto es, en tanto que poseen un contenido representativo o contenido objetivo, contenido al que Descartes denomina “Realidad objetiva de las ideas”, observamos que unas ideas tienen más realidad objetiva que otras. Las ideas en tanto que actos mentales o modos de pensamiento son todas iguales. Pero en tanto que representaciones de cosas, son diferentes, pues unas representan unas cosas y otras, otras cosas. El paso siguiente que da Descartes, es analizar aquello en lo que las ideas son diferentes.

Afirmamos que todas las ideas tienen la misma realidad formal, en tanto en cuanto todas son ideas, actos de pensamiento; sin embargo tienen distinta realidad objetiva en la medida en que los objetos que representan se sitúan en una escala de la realidad que va desde la nada hasta el infinito; así la realidad objetiva de las ideas que se refieren a Dios o al espíritu es superior a la de las ideas que representan cosas materiales, de la misma manera la realidad objetiva de las ideas de substancias tienen más realidad objetiva que las de los atributos o propiedades. Pues según nos dice, unas poseen más realidad que otras. Las ideas que representan cosas materiales, por ejemplo, como una piedra, poseen más realidad objetiva que aquellas que representan cualidades de las cosas, como el color. En este análisis, se distinguen tres tipos de ideas:

Ideas adventicias: son ideas extrañas que no provienen del propio pensamiento, sino que parecen provenir del exterior, siendo su causa la percepción sensible. Fijémonos en que se dice “parece provenir” y no provienen, porque aún no se ha demostrado la existencia de la realidad exterior al pensamiento. Dicho de otra forma, son las ideas (las sensaciones, imágenes y conceptos), que pueden explicarse a partir de la experiencia perceptual que tenemos del mundo. Son, por lo tanto, las ideas que dan lugar al conocimiento empírico. Ejemplos de estas ideas con el calor, la suavidad o rugosidad de las cosas.

Ideas facticias: son aquellas que la mente construye a partir de otras. Podemos decir que son idas creadas por la imaginación, por ejemplo, las ideas de centauro, sirena, unicornio, etc. Estos dos tipos de ideas, adventicias y facticias son obviamente rechazadas por Descartes como punto de partida para demostrar la realidad extramental.

Por último, las ideas innatas, que son pocas pero muy importantes. Son las ideas que se encuentran en nuestra mente antes de cualquier experiencia o percepción del mundo. El innatismo de Descartes no afirma que todos nazcamos con esos conocimientos de manera consciente, sino que son ideas connaturales a la razón porque ésta posee una predisposición natural a formarlas. Son ideas innatas en tanto en cuanto la razón sin más fuerza que la que procede de sí misma puede llegar a alcanzarlas. Son ideas, pues, que brotan de manera natural, espontánea e inmediata de nuestro pensamiento, ideas cuya existencia corresponde a nuestra naturaleza racional. Ejemplos de ideas innatas son el pensamiento, la extensión, la idea de infinito, etc.

Con la afirmación de las ideas innatas nos encontramos con la tesis fundamental del racionalismo, pues son estas ideas las que le permitirán salir de la existencia del sujeto pensante a la realidad extramental. En efecto, ni las ideas adventicias ni las facticias son válidas para este objetivo, pues su verdad depende de que demostremos la existencia de la realidad extramental. Pero si entre las ideas innatas, cuya verdad ha sido demostrada por medio de la intuición, encontramos alguna de la que podamos deducir su existencia objetiva a partir de su existencia subjetiva como idea, entonces podremos resolver el problema. Entre las ideas innatas Descartes descubre la idea de perfección-Infinito, que identifica inmediatamente con la idea de dios. Para demostrar que la idea de infinito es innata, desecha la posibilidad de que sea adventicia, ya que, en efecto, no podemos tener experiencia sensible de la infinitud. A continuación procede a demostrar que no es una idea facticia. La tradición filosófica consideraba que la idea de Infinito se construía a partir de la idea de finito por medio de la negación de los límites. Descartes invierte los términos y afirma que la idea de finitud ya presupone la idea de infinitud -algo así como que la idea de arriba no es pensable si no tenemos la idea de abajo-, una idea presupone necesariamente la otra. La idea de Infinito, por tanto, debe ser una idea innata. Y si la idea de infinito es la idea de Dios, pues es el único ser del que se puede concebir tal predicado, concluye que la idea de Dios es una idea innata.

Este punto es crucial en la deducción cartesiana pues partiendo de la idea de Dios, todo el proceso deductivo posterior hasta la demostración de la existencia del mundo y la aceptación de la veracidad de los sentidos, queda abierto. Recordemos que antes hemos dicho que la clave estaba en encontrar una idea de tal naturaleza que su existencia como idea implicase su existencia como realidad objetiva. Esta idea, afirma Descartes, es la de Dios. Así, tendrá que demostrar la existencia de Dios a partir de la misma idea de Dios. Esta demostracción la realiza mediante el argumeno ontológico que sostiene la existencia de un ser mayor que el cual nada puede ser pensado, un ser de tal naturaleza necesariamente ha de existir, pues si no existiese, se podría pensar un ser mayor o más perfecto que además de todas las perfecciones incluyese la perfección de existir en la realidad. Este ser al tener todas las perfecciones tiene la de omnipotente, omnisciente, todobondadoso, … Por lo que, al ser todobondadoso no puede haberme creado de tal manera que al percibir yo la idea de cosas exteriores al pensamiento éstas no existan como tales, esto es, como exteriores al pensamiento, es así cómo queda probada la existencia del mundo externo, debiéndose el error a la precipitación y a la prevención que impiden captar ideas claras y distintas.
Nuestras ideas claras y distintas de las naturalezas simples son innatas, y también lo es nuestro conocimiento de los principios universales y ciertos, y las leyes de la física. Esto fomenta la idea del carácter deductivo de las ciencias y un cierto olvido del experimento.
Además en relación con lo anterior, afirma Descartes que la física depende de la metafísica: podemos llegar por el análisis a naturalezas, y a partir de éstas podemos deducir las leyes generales que gobiernan cualquier mundo material. El propio Descartes llegó a escribir en 1638 en carta a Mersenne “mi física no es otra cosa que geometría” (por lo tanto, conocimiento puramente deductivo construido a partir de verdades primeras o naturalezas simples de carácter innato).     

En conclusión, obtenemos que Descartes se propuso descubrir el camino directo a la verdad. Por esta razón determinó no creer en ninguna, el único conocimiento que el pensamiento prueba su propia existencia. De esta forma trató de resolver el problema de mostrar la existencia de la realidad extramental partiendo exclusivamente de la existencia del pensamiento. Así elabora la definición cartesiana del concepto idea, y se refiere a ella como todo aquello que hay en la mente. Finalmente clasifica estas ideas según su grado de realidad, distinguiendo entre: ideas facticias (imaginación), adventicias
(sentidos) y las innatas (puestas por Dios). Es precisamente a través de la idea innata de Dios como demuestra la existencia de la realidad exterior a la mente o mundo.



Fuentes científicas utilizadas para la elaboración del trabajo:
- Descartes. Discurso del Método. Editorial diálogo.
  • Webdianoia.