CONCEPTO
DE IDEA EN DESCARTES Y SUS TIPOS.
Para
una correcta explicación de la temática de la redacción creemos
conveniente responder a las siguientes cuestiones: ¿en qué
consiste
la aplicación
del primer principio del método?; ¿cómo es posible demostrar la
existencia de la realidad extramental partiendo exclusivamente de la
existencia del pensamiento?; ¿en qué consiste
la teoría
de las ideas?; ¿qué
se
entiende por el concepto cartesiano de idea?; ¿cuáles son los tipos
de ideas establecidas por Descartes? Dicho esto, explicaremos el tema
de la redacción, sirviéndonos de la definición de idea y los tipos
de estas. Por idea entendemos un pensamiento que es representación
de algo. Descartes, de manera general la define así:
“Con
la palabra idea, entiendo aquella forma
de todos nuestros pensamientos, por cuya percepción inmediata
tenemos consciencia de ellos. De suerte que cuando entiendo lo que
digo, nada puedo expresar con palabras sin que sea cierto, por eso
mismo, que tengo en mí la idea de la cosa que mis palabras
significan”.
Dicho de otra manera, las ideas son representaciones de la realidad
en nuestro pensamiento. De la misma forma diferenciamos tres tipos de
ideas: ficticias, adventicias o innatas. Todas ellas, serán
explicadas a lo largo de la redacción.
En
primer lugar, antes de abordar el tema propuesto, es conveniente
realizar a grandes rasgos una aclaración sobre los ideales
cartesianos. El filósofo francés,
trató de
aplicar a la filosofía
los procedimientos
racionales inductivos
de la ciencia, y en concreto
de las matemáticas.
Antes de configurar su método,
la filosofía
había estado dominada por el método
escolástico,
que se basaba por completo en comparar y contrastar las opiniones de
autoridades reconocidas. Rechazando este sistema,
Descartes estableció: "En nuestra
búsqueda del camino directo a la verdad, no deberíamos ocuparnos de
objetos de los que no podamos lograr una certidumbre similar a las de
las demostraciones de la aritmética
y la geometría".
Por esta razón determinó no creer ninguna verdad hasta haber
establecido las razones para creerla. El único
conocimiento
seguro
a partir del cual comenzó sus investigaciones
lo expresó en la famosa sentencia: Cogito,
ergo sum, "Pienso,
luego existo". Partiendo del principio de que la clara
consciencia del pensamiento
prueba su propia existencia, mantuvo la existencia de Dios. Dios,
según la filosofía de Descartes, creó dos clases de sustancias que
constituyen el todo de la realidad. Una clase
era la sustancia pensante, o inteligencia,
y la otra la sustancia extensa, o física.
Tenemos
ya una verdad absolutamente cierta: la existencia del Yo como sujeto
pensante. Esta existencia indubitable del yo no parece implicar, sin
embargo, la existencia de ninguna otra realidad. En efecto, aunque yo
lo piense, tal vez el mundo no exista en realidad; lo único que es
cierto es que yo pienso que el mundo existe. La aplicación del
primer principio del método y el uso de la intuición han dado como
resultado la primera verdad. A partir de ella, Descartes deberá
enfrentarse al problema de deducir el mundo de las cosas materiales.
De esta forma, el problema lo formula en los siguientes términos,
¿cómo demostrar la existencia de una realidad extramental, exterior
al pensamiento? ¿cómo conseguir la certeza de que existe algo
aparte de mi pensamiento, exterior a él?.
El
problema es enorme, sin duda, ya que a Descartes no le queda más
remedio que deducir la existencia de la realidad a partir de la
existencia del pensamiento. Así lo exige el ideal deductivo: de la
primera verdad, "yo pienso", han de extraerse todo nuestros
conocimientos, incluido, claro está, el conocimiento de que existen
realidades extramentales. Respecto al problema ya mencionando
anteriormente, la
respuesta a este la da mediante su teoría de las ideas. En
primer lugar, Descartes cambia el concepto de “idea” respecto a
la filosofía anterior. Si se está familiarizando
con la filosofía platónica, se recordará que para ésta
la Idea era una Forma o Modelo Ideal cuya existencia era más real y
perfecta que la realidad material, la
cual imitaba a la ideal.
En segundo lugar, la filosofía medieval sostenía que el pensamiento
decía sobre las cosas, esto es, que se pensaban objetos, siendo la
idea una especie de intermediario entre el pensamiento y la cosa
pensada. Descartes, por el contrario, afirma que el pensamiento recae
directamente sobre las ideas, no sobre las cosas. Las ideas son como
una representación gráfica de las cosas y esta representación es
la que contempla el pensamiento.
La
filosofía anterior, al considerar que la idea es como una especie de
cristal transparente a través del cual el pensamiento se vuelca
sobre las cosas, no tiene ningún problema sobre la existencia de las
cosas. Pero Descartes, al haber colocado la idea como objeto del
pensamiento, sólo
tiene certeza de que el contenido de esa idea tenga realidad mental.
En definitiva, se ha vuelto problemática la existencia de las cosas
que pensamos. Con el objetivo de esclarecer lo anterior, pongamos un
ejemplo. Si yo pienso el mundo, lo que realmente pienso es la idea de
mundo, mundo cuya existencia no ha sido demostrada, pues hasta ahora,
lo único que se ha demostrado y que sé con absoluta certeza es que
mi idea de mundo existe. ¿Cómo demostrar entonces que mi idea de
mundo se corresponde con una realidad extramental?
La
teoría de las ideas, fue creada por Descartes para dar respuesta a
la pregunta de cómo demostrar la existencia de la realidad
extramental partiendo exclusivamente de la existencia del
pensamiento. Con
el objetivo de dar respuesta a este interrogante, Descartes define el
concepto de idea como cualquier contenido mental simple o más
concretamente como ya hemos dicho al inicio de la redacción, afirma
lo siguiente: “ Con
la palabra idea, entiendo aquella
forma de
todos nuestros pensamientos, por cuya percepción inmediata tenemos
consciencia de ellos. De suerte que cuando entiendo lo que digo, nada
puedo expresar con palabras sin que sea cierto, por eso mismo, que
tengo en mí la idea de la cosa que mis palabras significan”.
Además procede a analizar su naturaleza, distinguiendo en ella un
doble aspecto. Por un lado las ideas en tanto que modos de
pensamiento, esto es, actos mentales, son
todas iguales.
Y por otro lado las ideas en tanto que imágenes que representan
algo, esto es, en tanto que poseen un contenido representativo o
contenido objetivo, contenido al que Descartes denomina “Realidad
objetiva de las ideas”, observamos
que unas ideas tienen más realidad objetiva que otras.
Las ideas en tanto que actos mentales o modos de pensamiento son
todas iguales. Pero en tanto que representaciones de cosas, son
diferentes, pues unas representan unas cosas y otras, otras cosas. El
paso siguiente que da Descartes, es analizar aquello en lo que las
ideas son diferentes.
Afirmamos
que todas las ideas tienen la misma realidad formal, en tanto en
cuanto todas son ideas, actos de pensamiento; sin embargo tienen
distinta realidad objetiva en la medida en que los objetos que
representan se sitúan en una escala de la realidad que va desde la
nada hasta el infinito; así la realidad objetiva de las ideas que se
refieren a Dios o al espíritu es superior a la de las ideas que
representan cosas materiales, de la misma manera la realidad objetiva
de las ideas de substancias tienen más realidad objetiva que las de
los atributos o propiedades. Pues según nos dice, unas poseen más
realidad que otras. Las ideas que representan cosas materiales, por
ejemplo, como una piedra, poseen más realidad objetiva que aquellas
que representan cualidades de las cosas, como el color. En este
análisis, se distinguen tres tipos de ideas:
Ideas
adventicias: son ideas extrañas que no provienen del propio
pensamiento, sino que parecen provenir del exterior, siendo su causa
la percepción
sensible. Fijémonos en que se dice “parece provenir” y no
provienen, porque aún no se ha demostrado la existencia de la
realidad exterior al pensamiento. Dicho de otra forma, son las ideas
(las sensaciones, imágenes y conceptos), que pueden
explicarse a partir de la experiencia perceptual
que tenemos del mundo. Son, por lo tanto, las ideas que dan lugar al
conocimiento empírico.
Ejemplos de estas ideas con el calor, la suavidad o rugosidad de las
cosas.
Ideas
facticias: son aquellas que la mente construye a partir de otras.
Podemos decir que son idas creadas por la imaginación, por ejemplo,
las ideas de centauro, sirena, unicornio, etc. Estos dos tipos de
ideas, adventicias y facticias son obviamente rechazadas por
Descartes como punto de partida para demostrar la realidad
extramental.
Por
último, las ideas innatas, que son pocas pero muy importantes. Son
las ideas que se encuentran en nuestra mente antes de cualquier
experiencia o percepción del mundo. El innatismo de Descartes no
afirma que todos nazcamos con esos conocimientos de manera
consciente, sino que son ideas connaturales a la razón porque ésta
posee una predisposición natural a formarlas. Son ideas innatas en
tanto en cuanto la razón sin más fuerza que la que procede de sí
misma puede llegar a alcanzarlas. Son ideas, pues, que
brotan de manera natural, espontánea e inmediata de nuestro
pensamiento, ideas cuya existencia corresponde a nuestra naturaleza
racional. Ejemplos de ideas innatas son el pensamiento, la
extensión,
la idea de infinito, etc.
Con
la afirmación de las ideas innatas nos encontramos con la tesis
fundamental del racionalismo, pues son estas ideas las que le
permitirán salir de la existencia del sujeto pensante a la realidad
extramental. En efecto, ni las ideas adventicias ni las facticias son
válidas para este objetivo, pues su verdad depende de que
demostremos la existencia de la realidad extramental. Pero si entre
las ideas innatas, cuya verdad ha sido demostrada por medio de la
intuición, encontramos alguna de la que podamos deducir su
existencia objetiva a partir de su existencia subjetiva como idea,
entonces podremos resolver el problema. Entre las ideas innatas
Descartes descubre la idea de perfección-Infinito, que identifica
inmediatamente con la idea de dios. Para demostrar que la idea de
infinito es innata, desecha la posibilidad de que sea adventicia, ya
que, en efecto, no podemos tener experiencia sensible de la
infinitud. A continuación procede a demostrar que no es una idea
facticia. La
tradición
filosófica consideraba que la idea de Infinito se construía a
partir de la idea de finito por medio de la negación de los límites.
Descartes invierte los términos
y afirma que la idea de finitud ya presupone la idea de infinitud
-algo así como que la idea de arriba no es pensable si no tenemos la
idea de abajo-, una idea presupone necesariamente la otra. La idea de
Infinito, por tanto, debe ser una idea innata. Y si la idea de
infinito es la idea de Dios, pues es el único ser del que se puede
concebir tal predicado, concluye que la idea de Dios es una idea
innata.
Este
punto es crucial en la deducción cartesiana pues partiendo de la
idea de Dios, todo el proceso deductivo posterior hasta la
demostración de la existencia del mundo y la aceptación de la
veracidad de los sentidos,
queda abierto. Recordemos que antes hemos dicho que la clave estaba
en encontrar una idea de tal naturaleza que su existencia como idea
implicase su existencia como realidad objetiva. Esta idea, afirma
Descartes, es la de Dios. Así,
tendrá
que demostrar la existencia de Dios a partir de la misma idea de
Dios.
Esta
demostracción la realiza mediante el argumeno ontológico que
sostiene la existencia de un ser mayor que el cual nada puede ser
pensado, un ser de tal naturaleza necesariamente ha de existir, pues
si no existiese, se podría pensar un ser mayor o más perfecto que
además de todas las perfecciones incluyese la perfección de existir
en la realidad. Este ser al tener todas las perfecciones tiene la de
omnipotente, omnisciente, todobondadoso, … Por lo que, al ser
todobondadoso no puede haberme creado de tal manera que al percibir
yo la idea de cosas exteriores al pensamiento éstas no existan como
tales, esto es, como exteriores al pensamiento, es así cómo queda
probada la existencia del mundo externo, debiéndose el error a la
precipitación y a la prevención que impiden captar ideas claras y
distintas.
Nuestras
ideas claras y distintas de las naturalezas simples son innatas, y
también
lo es nuestro conocimiento de los principios universales y ciertos, y
las leyes de la física. Esto fomenta la idea del carácter deductivo
de las ciencias y un cierto olvido del experimento.
Además
en relación con lo anterior, afirma Descartes que la física depende
de la metafísica: podemos llegar por el análisis a naturalezas, y a
partir de éstas
podemos deducir las leyes generales que gobiernan cualquier mundo
material. El propio Descartes llegó a escribir en 1638 en carta a
Mersenne “mi física no es otra cosa que geometría” (por lo
tanto, conocimiento puramente deductivo construido a partir de
verdades primeras o naturalezas simples de carácter
innato).
En
conclusión, obtenemos que Descartes se
propuso descubrir el camino directo a la verdad. Por esta razón
determinó no creer en ninguna, el único
conocimiento
que el
pensamiento
prueba su propia existencia. De esta forma trató de resolver el
problema de mostrar la existencia de la realidad extramental
partiendo exclusivamente de la existencia del pensamiento. Así
elabora la definición cartesiana del concepto idea, y se refiere a
ella como todo aquello que hay en la mente. Finalmente clasifica
estas ideas según su grado de realidad, distinguiendo entre: ideas
facticias (imaginación), adventicias
(sentidos)
y las innatas (puestas por Dios). Es
precisamente a través de la idea innata de Dios como demuestra la
existencia de la realidad exterior a la mente o mundo.
Fuentes
científicas utilizadas para la elaboración del trabajo:
-
Descartes. Discurso del Método. Editorial diálogo.